24.6.07

una hoja del diario

Estas ganas de irme dentro, no me importa lo esta fuera, el esfuerzo es innecesario, un golpe, introspección, la fricción genera calor y yo solo quiero ir dentro. Soy el que quiere otro espacio, soy el que viaja dentro. Una palabra, un suspiro y todo, todo va perdiendo interés. Quiero aprender a ver, caer sin esta necesidad de parar, hoy necesito ser protegido, me siento tan vulnerable, tan tangible, expuesto al frío de manos femeninas y a ese dolor de compartir en forma dual. Esta frialdad como roca, no me la quita ni el aroma del café, debo dejarlo todo y no preocuparme de nada, concentrarme en el camino interno. He perdido mi garganta y el pulmón derecho (inhalo humo), no tengo mas fuerza, solo escucho, el mar esta tan lejos, y yo aquí como témpano a la deriva, tengo sueño de dormir tanto, pero tanto, ya mis símbolos no se ajustan, se quedan cortos en significados, distantes. De nuevo este dolor punzante, esa imagen, esas situaciones que no se borran de mi mente, pero siento menos, ya es casi costumbre. 
 
 

Emilio Enrique Rodríguez López (Kique)

Escritor, productor y músico, nacido el 6 de septiembre de 1978 en la ciudad de Guatemala, miembro fundador de la banda introAcido (2002) y del espacio virtual nadaEditores.com creado en 2002 con la finalidad de ser un espacio de intercambio libre y gratuito de literatura, dentro del cual es un escritor activo. En el año 2008 se crea el colectivo S.o.P.a. (Sociedad optativa de Poetas anónimos) una unión entre Ediciones Bizarras y nadaEditores con la cual desarrollan diferentes actividades desde publicaciones de autor, anónimas y diferentes actividades performaticas en diferentes espacios culturales. Desde el 2014 ha publicado libros en formato físico y audio-visual en unión con Ediciones Bizarras y la banda introAcido entre los cuales se encuentran Cero (2014), Ah Puch (2016), Cués (2018) y Tzotz (2021).  


2 comentarios:

Unknown dijo...

Es tan simple decir que es costumbre, es tan simple hacer y seguir la rutina. Es tan simple autonombrarse débil. Las difusas imagenes y yo que soy letra es lo que me permite ver la caminata insípida de la instrospección a deshora, los respiros llenos de dolor y lo mínimo de escribir sin sentir exactitud.



Hasta luego...

Rocco Bone dijo...

Si pudiera recrear el vacío del infinito acá, donde estoy escribiendo esto, otro comentario estaría haciendo.
Dividir la lealtad en dos; una parte para vos y otra para tu “media naranja” me parece tan, tan raro. La caricia de frías “manos femeninas” a veces es tan fría y afilada como un tajo de navaja en la garganta.
Pero, estas penurias existenciales se curan de noche, saliendo de la casa, subiendo al techo, llamando con el poder mental a un meteorito para que se tome la molestia de atravesar la galaxia, se alinee bien, agarre aviada, se dirija a la tierra, se tome la molestia de convertirse en asteroide y guiándolo dibujándome en la frente una X (bien grande y de un color chingalavista) pueda dar justo en el blanco y así ponerle fin a toda penuria existencial.
Eso o la marifunfla. Cualquier método es válido.
Acabo de medio aplastar un mosquito. Lo que le queda de vida lo va a malgastar haciendo ese zumbido molesto que me desconcentra tanto que creo que lo voy a tener que matar. El mosquito va a experimentar el reposo eterno. Lo envidio a veces, a veces lo envidio.